A mediados de los años setenta, los países no alineados reclamaron un Nuevo Orden Mundial económico e informativo. Esa decisión provocó con el tiempo la retirada de Estados Unidos de la UNESCO. Durante muchas décadas, apenas cinco grandes monopolios retuvieron el control de los flujos informativos. Es solamente ahora cuando la exigencia de entender la información como un derecho humano y de democratizar el acceso a los medios se está convirtiendo en una exigencia para construir sistemas realmente acordes con la democracia. La existencia de medios como TeleSur o Al Jazeera, la proliferación de radios y televisiones comunitarias, la extensión de las redes informáticas, la expansión de los software libres y los esfuerzos de los Estados por recuperar el espacio radioeléctrico, forman parte de este esfuerzo democratizador.
Por esto, respetamos la decisión de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones de Venezuela (CONATEL), de no renovar la licencia para la utilización del espacio radioeléctrico al canal privado Radio Caracas TV (RCTV), tomada en total armonía con las leyes nacionales venezolanas y las normas internacionales. Los 53 años de sesgado uso de esa frecuencia, lejos de ser un argumento para su renovación, es una invitación a un uso alternativo. De cualquier forma, la capacidad de RCTV de mantener sus emisiones sigue abierta a través del cable y el satélite. Igualmente, observamos con preocupación cómo los ataques que está recibiendo esta decisión soberana decisión del gobierno venezolano están relacionados con los intentos de “derrotar democráticamente el proyecto del socialismo del siglo XXI”, tal y como lo enunció la fundación FAES y repiten otros centros ideológicos de la derecha europea y americana. La labor realizada por RCTV durante el golpe de Estado de abril de 2002 en Venezuela, dando cobertura a los golpistas, tergiversando los hechos, ignorando hechos que van contra la libertad de expresión como la toma violenta del canal estatal silenciado y ultrajando a sus periodistas, silenciando, también, tanto la respuesta popular como la masacre que se estaba realizando en las calles, explica la justa decisión de no renovar dicha concesión adoptada por el Gobierno venezolano. Y nos permite entender por qué la derecha internacional cierra filas hoy, como cerró filas ayer con la derecha venezolana. La democratización de los medios es una asignatura pendiente de nuestras democracias. La información que se presenta en el exterior de Venezuela y del Presidente Chávez es una señal clara de la manipulación informativa que afecta a todos nuestros países. Defendemos firmemente la libertad de expresión y el derecho a estar informados de nuestros pueblos, y no confundimos esto con la libertad de las empresas mediáticas y los conglomerados políticos y económicos con los cuales están aliados para manipular la información de acuerdo a sus intereses y objetivos. Por todo ello, y al tiempo que reiteramos el derecho legítimo del gobierno venezolano de disponer del espacio radioeléctrico que pertenece a toda la ciudadanía, reclamamos la apertura de un debate urgente sobre los medios de comunicación que ponga fin a la extrema manipulación que ahora mismo contemplamos y que pretende ensañarse con una decisión legítima tomada por el gobierno democrático de Venezuela. 1 de junio de 2007 Luis Bonilla Molina, Escritor, Presidente del Centro Internacional Miranda, Caracas, Venezuela Para adhesiones, mandar un correo a: |
In the mid-70s, the non-aligned countries demanded a New World Information and Economic Order. Some time later, this decision led the United States to withdraw from UNESCO. For many decades only five or so monopolies controlled flows of information. It is only now that the demand to understand information as a human right and to democratize access to the media is being seen as a necessary requirement for building systems that are really democratic. The existence of media like TeleSur or Al Jazeera, the proliferation of community radio and television stations, the expansion of computer networks and free software, and the efforts states are making to take back control of their airwaves are all part of this effort to democratize the airwaves.
That is why we respect the decision of the National Telecommunication Commission of Venezuela (CONATEL) to not renew the broadcast license of the private television channel Radio Caracas TV (RCTV) which was taken in complete accordance with Venezuelan domestic legislation and international standards. Far from being an argument in favor of renewing its license to broadcast, the biased manner in which RCTV used this frequency for 53 years was an invitation to find an alternative use for it. Besides, RCTV still has the option to continue broadcasting on cable and satellite, if it so wishes. Similarly, we are concerned to note that the attacks to which this sovereign decision by the Venezuelan government is being subject are related to the attempts — started by the FAES foundation and repeated by other right-wing organizations in Europe and America — to “democratically defeat the project of socialism for the 21 century.” The Venezuelan government’s fair decision not to renew RCTV’s broadcast license can be explained by what RCTV did during the April 2002 coup d’état in Venezuela — to wit, giving airtime to the coup backers, distorting the facts, and ignoring acts which were an attack on freedom of expression. The events RCTV ignored included the violent take-over of the state TV station, thus silencing and disrespecting its journalists. RCTV also ignored the people’s reaction to the massacre in the streets. What the station did during the coup also permits us to understand why, today as yesterday, right-wing forces all over the world are closing ranks with the Venezuelan Right. Democratizing the media is something our democracies have yet to do. The information given out abroad about Venezuela and President Chávez clearly demonstrates the manipulation of information that affects all of our peoples. We unflinchingly defend our peoples’ freedom of expression and their right to be informed, but we do not confuse this with the freedom of media companies — and the political and economic conglomerates who are their allies — to manipulate information to suit their interests and aims. So, for all of the above reasons, and while once again repeating that the Venezuelan government has the legitimate right to decide on the use of the airwaves that belong to all of its citizens, we demand that an urgent debate be started on the means of communication to put an end to the exaggerated manipulation that we see today which seeks to attack a legitimate decision taken by the democratic government of Venezuela. 1 June 2007 Luis Bonilla Molina, Writer, Presidente del Centro Internacional Miranda, Caracas, Venezuela To add your name, email: |
English translation by Janet Duckworth.